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La vejez impide la vida activa. Cicerón responde a este juicio con unos argumentos válidos para nuestra época: «nos aparta, ciertamente, de actividades juveniles, pero la vejez tiene sus propias ocupaciones». Es una respuesta idónea para quienes dan culto a la juventud y la ponen como centro de la vida. Este autor quiere demostrar que la edad, lejos de descalificar a las personas, aumenta sus aptitudes. Si la vejez tiene mala fortuna se debe, en parte, a los prejuicios sociales.
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La vejez debilita las fuerzas del cuerpo. Nada más cierto, pero «la vejez queda compensada en esta falta con el au- mento de la sabiduría interna y con la experiencia que dan los años».
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La vejez está privada de placeres. Se halla privada de cierto tipo de placeres, pero éstos pueden ser sustituidos por otros de índole más elevada.
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La vejez es vecina de la muerte. Cicerón argumenta que la muerte no debe ser temida sino considerada como término natural de la vida como el punto final de un ciclo.
Ser viejo es Ser Sabio
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